No Te Mueras Sin Haber Sacado Afuera Tu Música
El mundo en el que vives es un sistema inteligente, en el que cada parte se mueve de manera coordinada con todas las demás partículas en movimiento. Hay una fuerza universal que apoya y orquesta todo. Todo funciona de manera conjunta en perfecta armonía. Tú eres una de esas partículas en movimiento. Viniste en el cuerpo que habitas en el momento exacto. Tu cuerpo se irá de aquí con la misma precisión. Eres una pieza esencial de este complejo sistema. Y aquí estás, en este sistema inteligente que no tiene principio ni fin, en el que cada galaxia se mueve en armonía con todas las demás.
¡Debe existir una razón para que hayas aparecido!
Kahlil Gibran dijo, “Al nacer, ya llevas tu trabajo en tu corazón”. Así pues, ¿cuál es tu trabajo? ¿Cuál es tu propósito? ¿Lo estás viviendo de la manera en que tu corazón te insta a que lo hagas?
Escuchar a Tu Corazón
Tómate un momento ahora mismo y apunta con tu dedo hacia ti. Tu dedo está apuntando directamente hacia tu corazón. No a tu cerebro, sino a tu corazón. Esto es lo que tú eres. El constante latido de tu corazón, hacia adentro y hacia afuera, hacia afuera y hacia adentro, es un símbolo de tu conexión infinita con el latido omnipresente de Dios, la Inteligencia Universal. Tu cerebro izquierdo calcula, soluciona cosas, analiza y te conduce a tomar las elecciones más lógicas para ti. ¡Él piensa, piensa y piensa! Tu cerebro derecho representa tu lado intuitivo. Es la parte de ti que va más allá de la razón y del análisis. Es esa parte de ti que siente cosas, que es sensible al amor, la que se emociona con lo que es importante para ti. Tu cerebro derecho es el que nos permite emocionarnos hasta las lágrimas cuando tomas a tus hijos en brazos, o el que se baña en la belleza de un día glorioso. Tu cerebro izquierdo puede analizarlo, mientras que tu cerebro derecho te permite sentirlo.
Elige una situación y pregúntate qué es más importante para ti, si lo que sabes o lo que sientes. Por lo general, dependerá de la situación y de las circunstancias en las que estés decidir de qué te ocuparás primero. Tu inteligencia puede resolver exactamente cómo debes proceder cuando las cosas estén colapsando en una relación, o cuando tengas un impulso súbito, pero también hay otras veces en las que lo que sientes se impone a lo que sabes: cuando estás asustado o tienes miedo o te sientes solo; pero, por otra parte, si te sientes conmovido, enamorado y extasiado, esas serán las fuerzas que dominen el modo en el que actuarás. A veces está bien usar tu cerebro derecho. Tu cerebro derecho siempre te guiará apasionadamente hacia tu propósito.
Escuchar a Tu Cerebro Derecho
Hay una presencia intuitiva invisible que siempre te acompaña. Yo me imagino esta presencia como una criaturita en pañales que se sienta sobre tu hombro derecho y te avisa cuando pierdes el sentido de tu propósito. Este pequeño compañero es tu propia muerte, que te mete prisa para que pongas en marcha aquello para lo que viniste aquí, porque tienes contados los días para conseguirlo, y cuando este viaje termine, tu cuerpo se marchará. Tu compañero invisible te pinchará cuando pases otro día más haciendo algo que no sea parte de tu pasión en la vida y que te haya sido dictado cualquier otra persona.
Cuando te salgas de tu propósito, siempre lo sabrás gracias a que tus pensamientos se dirigirán hacia esa frustración tuya. Puede que no siempre actúes con arreglo a este saber, posiblemente porque tu cerebro izquierdo no reúna la valentía suficiente para apostar por lo que tu cerebro derecho sabe que es tu destino. Tu intuitiva voz interior sigue presionándote para que toques la música que escuchas, para que no te mueras con ella adentro. Pero tu cerebro izquierdo dice: “Un momento. Sé cuidadoso, no te arriesgues, podrías fracasar, podrías decepcionar a todos los que tienen un punto de vista diferente acerca de lo que deberías estar haciendo”. Entonces, el compañero invisible de tu cerebro derecho (tu muerte) te hablará aún más alto. El volumen irá subiendo, intentando obligarte a que sigas tu sueño.
Hasta que, al final, escuchar exclusivamente a tu cerebro izquierdo te convierta en un impostor, o en algo aún peor, en un autómata que se levanta cada mañana con el rebaño para trabajar en lo que le da dinero y que paga sus facturas, para regresar después a casa y seguir haciendo lo mismo al día siguiente, y así una y otra vez, con la misma canción implícita, de sobras conocida. Entre tanto, la música que hay en tu interior se irá marchitando hasta que llegue al punto de ser inaudible. Pero tu permanente e invisible compañero siempre escuchará la música y seguirá dándote golpecitos en el hombro.
Este esfuerzo por llamar tu atención puede tomar la forma de una úlcera, o de un fuego que queme tu resistencia, o que te despidan de un trabajo serio, o que tengas cualquier accidente que te haga doblar la rodilla. Generalmente, esos accidentes, enfermedades y formas de mala suerte terminan por atraer tu atención. Pero no siempre. Algunas personas terminan como Ivan Ilyich, el personaje de Tolstoy que se angustiaba en su lecho de muerte diciendo: “¿Y qué pasa ahora si toda mi vida he estado equivocado?” Debo decir que es una escena escalofriante.
No tienes porqué elegir ese destino. Escucha a tu compañero invisible, expresa la música que oyes e ignora lo que cualquiera de las personas que te rodee piense que deberías estar haciendo. Como expresó Thoreau: “Si un hombre no está en paz con sus compañeros, quizás sea porque escucha un tambor diferente. Dejen que baile al compás de la música que escuche, esté o no afinada”.
Prepárate para aceptar que los demás puedan decir que los has traicionado; pero no habrás traicionado a tu música, a tu propósito. Escucha tu música, y haz lo que sabes que tienes que hacer para sentirte entero, para sentirte completo, y para sentir que estás cumpliendo con tu destino. No tendrás paz si no dejas que esa música salga y suene. Deja que el mundo sepa porqué estás aquí, y hazlo con pasión.