Escrito por mi prima Mari José, aspirante a escritora

[araceli]

EL DUENDE

Hoy a las 14:22
Tecleaba en el ordenador como cualquier otro día por la mañana intentando recoger esas partículas de inspiración que me habían quitado el sueño esta mañana sobre las 7 cuando ya empezaba a costarme hacerme a la idea de tener que levantarme de la cama.

Nada tan fácil como intentar la escritura automática para comenzar a escribir sobre algún asunto cotidiano que diera para un par de docenas de líneas y así poder presentar una columna en las Notas del Facebook después de querer demostrarme a mí misma que el escribir es solo querer y desear y que ningún otro obstáculo se interpone en el camino de quien quiere se escritor por pura vocación.

En estas estamos cuando empieza mi mano a teclear sin pensar, de forma teledirigida y me hace cuestionarme si me sugestioné tanto como para poder inventar desde fuera una pequeña película o es que alguien está tratando de controlarme desde el éter.

Como una loca y sin correcciones ortográficas ni puntos ni tildes tecleo y tecleo casi mirando al cielo y rezando porque estás cosas no me pasen a mí, pero dado que al fin y al cabo esto es escribir casi estoy tratando de empujar con la mente los dedos para que vayan más rápidos y acaben cuanto antes para leer el producto de esta canalización.

Pasado el cuarto de hora me paro por fin y compruebo que ya los dedos dejaron de estar alentados por esas musas inspiradoras y me pongo a leer:

“ Te crees muy lista cuando escribes tan rápidamente pensando que toda esa inspiración solo parte de ti.

Si no fuera porque los demás te inspiran, te quieren, te odian o te desean nunca podrías llegar a formar ni la más mínima frase en el ordenador.

Si no fuera por las personas que conoces cada día no serías capaz de formar sentimientos ni relaciones que pudieran llegar a llevarte a conocer algo distinto de tu realidad.

Si no fuera porque ahora está nevando y esos árboles cambian de color del verde al blanco pasando por múltiples tonalidades no serías capaz de sentir y creer en la diversidad de la naturaleza que a ti te parece muerta.

Si no fuera porque quieres huir de los problemas en el trabajo no podrías desviar tu mente hacia el arte, la escritura y la inspiración.

Si no fuera porque me tienes a tu lado nunca se te hubiera ocurrido el mínimo cuento ni antaño ni ahora, ni la menor anécdota que contar a nadie, ni el menor intercambio con otros amigos escritores, ni apuestas a ver quien escribe cada día una parte de una pieza de la vida. “

Aquí me paro. Miro a mi lado y veo a mi izquierda, cerca de la pantalla del ordenador a un duende. El duende que me regalaron hace muchos años, de cerámica, con tonos marrones y verdes, un gorro rojo y una sonrisa de oreja a oreja que por cierto asoman de manera puntiaguda. Entre sus manos sostiene su cara, fijando sus ojos rasgados en mí.

Tiene a su lado una rana verde, también pensativa, en su misma posición.

Es mi duende, tantos años a mi lado y no me había fijado

Moraleja: ¿Qué cosas o personas tienes a tu lado que aún no le hayas prestado la atención que se merecen?

07.01.2009 María José Fernandez